El desastre de los Lakers

Pau Gasol y Kobe Bryant, abrazados | GRIND 365

Pau Gasol y Kobe Bryant, abrazados | GRIND 365

Por: Luis Alonso Agúndez

El pasado 7 de marzo Los Angeles Lakers sufrían la peor derrota de su historia al caer por 94-142 contra el equipo vecino de la ciudad, Los Angeles Clippers. No se trataba de un momento de debilidad comprensible a lo largo de una temporada regular de 82 partidos; tampoco estamos ante un día de esos en los que al rival le entran todos los tiros. Nada de eso. La derrota ante los Clippers es la consecuencia de la pésima gestión deportiva de un equipo que, no lo olvidemos, se proclamó campeón de la NBA hace tan sólo 4 años. Desde que Phil Jackson abandonó el banquillo angelino allá por 2011, todo han sido malas noticias para el equipo de púrpura y oro. La paliza que le endosaron los Clippers es el fiel reflejo de la realidad que vive el equipo de baloncesto más mediático del mundo. La crónica de una debacle anunciada.

Esta temporada arrancaba con moderada ilusión para los seguidores de los Lakers, pues la vuelta a las canchas de Kobe Bryant tras su lesión en el tobillo eclipsaba todo lo demás, incluida la configuración de una plantilla mediocre —siendo un calificativo generoso— y en la que sus mejores jugadores estaban ya más cerca del retiro que de sus años gloriosos. El optimismo fue mermando a medida que se sucedían los partidos, y se tornó en absoluta desolación cuando Bryant, estrella indiscutible de los Lakers, recaía a mediados de diciembre de su lesión, diciendo de esta manera adiós a la presente temporada.

Con la baja de Kobe para toda la temporada, y las continuas recaídas de Steve Nash, el panorama angelino se volvía aún más desolador. Estamos hablando, sin lugar a dudas, de uno de los peores rosters de toda la NBA, de un equipo en el que jugadores como Kent Bazemore, Jodie Meeks o Kendall Marshall juegan 30 minutos por noche, algo que resultaría impensable para cualquier franquicia de la liga. Pero lo peor no es solo eso. Si el equipo al menos contase con un entrenador coherente, que exigiese un mínimo de orgullo a sus jugadores, la cosa cambiaría, pero tampoco es el caso. Mike D´Antoni no solo no da con la tecla que cambie la dinámica del equipo, sino que no ofrece ningún atisbo de reacción. El entrenador de los Lakers se limita a observar impávido como se hunde el trasatlántico, mientras su proyecto fracasa estrepitosamente bajo el sol de California.

El español Pau Gasol, entrando a pista en el comienzo de un partido de Los Ángeles Lakers| LakerHolicz

El español Pau Gasol, entrando a pista en el comienzo de un partido de Los Ángeles Lakers | LakerHolicz

Pese a todo esto, y aunque parezca increíble, los principales responsables del naufragio amarillo no son ni jugadores ni entrenador. Los encargados de la debacle no visten de púrpura y oro, sino de traje y corbata. Nos referimos, como es evidente, a los dirigentes de la franquicia, y, siendo más concretos, a Mitch Kupchak, manager general del equipo. El proyecto de Kupchak se cimienta sobre tres pilares básicos: Kobe Bryant, Pau Gasol y Steve Nash, quienes, entre los tres, cobran la friolera de 59 millones de dólares. Ningún otro trío cobra tanto en la NBA, ni siquiera el Big Three de Miami, y es que los casi 60 millones de dólares que se reparten entre Bryant, Gasol y Nash suponen una inversión que desafía al sentido común de cualquier mortal. Hay que recordar que los presupuestos de las franquicias de la NBA tienen un límite salarial que asciende a 58,675 millones de dólares, y que los equipos cuya nómina sobrepase esa cantidad se ven obligados a pagar las denominadas tasas de lujo, a modo de impuesto. Pues bien, los Lakers superan el límite salarial únicamente con tres jugadores de 35, 33 y 40 años y que, también sea dicho, se encuentran lejos de su mejor momento profesional. Insultante.

Pero lo peor no acaba ahí, y es que, como es lógico, hay que terminar de confeccionar la platilla con el poco presupuesto que queda disponible, por lo que se completa el resto del roster con jugadores poco competitivos, mediocres, y con poco cartel en la liga. Para que nos hagamos una idea, la nómina en sueldos de los Lakers es de 76.927.000 dólares, si restamos los 59 millones destinados a los bolsillos de Bryant, Gasol y Nash nos quedan 18 millones de dólares, que se tienen que repartir entre 12 jugadores. Este es el motivo por el que Xavier Henry o Wesley Johnson son jugadores vitales para el equipo. No da para más. Tampoco es de extrañar que se hayan venido produciendo numerosos intentos frustrados de traspasar a Pau Gasol desde hace dos años, el más reciente este mismo febrero, que pretendía acabar con Pau en Cleveland. El equipo tiene una necesidad imperiosa de reducir gastos y de este modo contar con una mayor masa salarial para contratar jugadores competitivos con los que completar una plantilla con aspiraciones. Y en este caso, ahorrarse los casi 20 millones de dólares que cobra el de Sant Boi supondría un respiro económico para la franquicia. Y eso que Pau es, precisamente, el protagonista de uno de los datos que mejor ilustra la realidad que se vive en el STAPLES Center: Pau Gasol es el jugador que promedia más puntos, más rebotes y más asistencias por partido de todo el equipo angelino. Poco más se puede añadir.

Los jugadores de los Lakers, presididos por el español Pau Gasol, cabizbajos ante una nueva derrota | MARCA

Los jugadores de los Lakers, presididos por el español Pau Gasol, cabizbajos ante una nueva derrota | MARCA

Jugadores poco comprometidos, un entrenador que navega a la deriva y unos dirigentes más preocupados por ingresar en la lista Forbes de hombres más ricos del mundo que de confeccionar una plantilla competitiva. El resultado de juntar todos estos ingredientes es el esperado, los peores Lakers desde los 60. El equipo está último en la Conferencia Oeste y a día de hoy contabiliza un total de 22 victorias y 43 derrotas; pero lo peor no son los números, sino las pésimas sensaciones que el grupo transmite. Es un equipo muerto, sin alma, sin jugadores comprometidos, un equipo indigno de su legendaria historia.

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